sábado, 12 de julio de 2008

Expediente

Capítulo 2: Braque

Era mi propio expediente. ¿Qué debía hacer?

¿Salir? Ya lo había probado varias veces. No podía ni por la ventana ni por la puerta y, por alguna razón no había nadie en el edificio… Mi teléfono no andaba, ni el de mi despacho ni mi celular. Estaba encerrado en esas cuatro paredes y en esas infinitas dudas.

Probé de las tres formas de pensamiento, la humana la común, y sólo pude llegar a la conclusión de que tenía miedo, así que procedí a pensar como detective… Leí el caso, más de una vez, y sólo pude llegar a una conclusión: tenía miedo. Por lo tanto tuve que recorrer al tercer pensamiento, pensar como policía. Le disparé a la puerta, a la ventana, a todo lo que podía, llegando a una conclusión: tenía miedo y menos pertenencias que antes.

Sólo podía seguir con la rutina, caminar de aquí hacia allá, ver mi auto, el bebedero, auto, bebedero, auto… Cansador, muy cansador.

Poco a poco, mi mente se iba saturando más… Así que procedí a darle un último vistazo al expediente, como quien busca muchas veces en un mismo lugar… Como era de esperarse mis esfuerzos fueron inútiles así que, con rabia, arrojé al puto pedazo de papel a la pared…

Seguí caminando, dando vueltas, pero no duraron mucho porque noté algo… Al dorso de una foto que estaba adjunta, se encontraban unas palabras… Decían “e-mail”.

¿Qué me indicaba la lógica? Lo obvio, debía prender mi computadora, la cual no me andaba desde hacía unos meses, porque se quemó no sé qué. Pantallita… Iniciando… Segundo que pasaba, segundo que apretaba más los dientes; una mezcla de cosas negativas como el miedo, la angustia y la desesperación me hacían poner peor, agravándose con el paso del tiempo. Para mi sorpresa, anduvo sin el más mínimo problema, aunque esto se vio opacado inmediatamente por un hecho totalmente aterrador… De fondo de pantalla podía ver una horrible imagen, era mi rostro, desfigurado, quemado, ensangrentado, digno de aparecer en una película de terror. Agradecí profundamente a Dios el haberme dado un estómago tan resistente, porque no sé cuántas personas hubiesen soportado esa imagen; procedí a abrir mi casilla de correo electrónico para encontrármela vacía, a excepción de un mail, el que tenía adjunto un video y escrito las palabras:

“Esto te va a ayudar para encontrar la salida.

Cordiales saludos, Sr. Braque “

No podía comprender quién era este tal Braque, ya que nunca había visto ni conocido a alguien con dicho nombre, aunque el asunto nominal quedaba de lado cuando pensaba en quién carajo era esta persona que me hablaba de salidas y me enviaba videos. Recordando esto último, abrí el archivo y lo que pude presenciar era aún más inquietante que lo mencionado anteriormente… Se me podía apreciar en la ventana, de espaldas a esta misma, con la cámara ubicada en lo que, según el ángulo, supuse era mi auto. Repentinamente, saltaba desde ese tercer piso y, siendo seguido en todo momento en la filmación, impactaba fuertemente contra la vereda, para después levantarme, como si nada, y dirigirme con prisa hacia donde me estaban grabando, sin embargo no lograba alcanzarlo porque el coche arrancaba y se alejaba, para concluir ahí la grabación. Mi mente estaba saturadísima, no comprendía cómo podía existir un video de tal calibre, tampoco le encontraba la lógica… Si no era real, ¿Quién sería capaz de contratar un doble, hacer que haga tal salto, tan sólo para mostrármelo?... Estaba perturbado por esa caída que vi, pero lo estaba muchísimo más por el jadeo constante que se repetía en la grabación, un jadeo de un ser que buscaba vivir en cada suspiro, en cada respiro, evitando la muerte siempre.

No me decidía, me encontraba paralizado por todo lo sucedido… ¿Debía quedarme o irme? ¿Sobreviviría a esa caída? No estaba seguro en lo más mínimo…

martes, 8 de julio de 2008

Expediente

Capítulo 1: Expediente


En la ciudad de Buenos Aires, la noche había llegado hacía varias horas ya, en las cuales el Detective Picasso no salió de su despacho, ya que su universo se centraba en un expediente. Éste era diferente a los demás sobre su banco, estaba atacado reiteradas veces por una lapicera, la cual rasgó con fuerza el cartón de la carpeta y hasta algunas hojas; eso era un pequeño reflejo de lo que pasaba en la mente de aquel policía… Dudas, odio, intriga, tristeza, orgullo y muchas cosas más formaban un interminable tornado de sentimientos en su cerebro, algo que poco a poco lo iba confundiendo y destruyendo más.

Iba y venía, de aquí hacia allá… Miraba por la empañada ventana, producto del frío que recorre el país, buscaba su auto y estaba siempre en el mismo lugar, luego caminaba hacia la puerta de su despacho, asomando su cabeza por el lugar que en algún momento ocupó un vidrio sólo alcanzaba ver el mismo bebedero de siempre, goteando sistemáticamente. Ese vaivén parecía no tener fin, así como el creciente miedo que cada segundo se arraigaba más fuerte en su corazón, pero que su orgullo y mente bloqueaban. Sólo rompía la monotonía del ir y venir cuando, cada un buen rato, se sentaba en su cómodo sillón y hojeaba ese extraño expediente de ese aún más inusual caso… Lo dejaba cuando se cansaba de pensar, de tratar de entender qué era eso que tenía en las manos y eso que se paseaba por su corazón.

Trataba de convencerse de que éste no era diferente a los demás. “Resolví muchísimos casos” se decía “¡Inclusive algunos mediáticos!” gritaba; “Hasta algunos casi imposibles… Sé qué voy a poder con este”, se repetía, una y otra vez, como si tuviera que hacérselo creer a sí mismo. Sin embargo, él sabía qué era lo que difería entre sus pasados éxitos y este nuevo caso. Lo sabía a la perfección.

Era común leer “Caso Gómez” “Caso González” “Caso Paredes”, pero… ¿“Caso Picasso”? Claro, no era sólo raro, era alarmante, pero era pavor lo que ocasionaba al leerlo, al leer la breve descripción del principio…

“Juan Picasso. Policía, asesinado con arma blanca, encontrado cerca de la Comisaría 43”

No entendía nada, ni por qué su nombre aparecía muy cerca de la palabra “asesinado”, y aún menos por qué se nombraba a la Comisaría 43, cuando él trabajaba en la 21. Era muy extraña esa situación para él…

Era su propio expediente. ¿Qué debía hacer?

jueves, 3 de julio de 2008

Aventura del Martes-Miércoles 24-25

Licencia II
Los mil y un intentos

He aquí la esperada continuación de "Licencia".

Capítulo V: Martes

Como era de esperarse, no pude dormir bien tampoco este día, como hacía dos martes seguidos (En los cuales di el examen mal en uno y en el otro ni me presenté). Nos teníamos que despertar todos juntos para ir a buscar a mi prima a su escuela para, de ahí, seguir viaje hacia la Tierra del Registro.
La marcha fue normal, estaba lúcido, algo
cansado, pero lúcido. Llegamos y mi mamá no tuvo mejor idea que decirme de practicar... Cegado por la emoción, acepté. Intento uno, intento dos, intento fallido. Esto ayudaba a crecer mi nerviosismo latente, como en el momento que mi mamá no me quería dejar practicar por miedo que le dijera algo la policía (Lo cual pudimos sortear utilizando una mentira blanca de mi tía a mi mamá). Cansado y nervioso, me encontré con los mismos sujetos que la otra vez. Era raro... No porque yo estuviera ahí, sino porque ellos... Era como si mi mente hubiese relacionado que en 2 semanas ya no debían trabajar ahí, o que se rotaban... Por lo visto eran siempre los mismos, el mismo médico patova, el mismo negro inspector y el mismo sujeto de la chivita con buzo santiaguesco (No, no es santiagueño, es santiaguesco). Otra vez me subí al auto, recorrí los mismos metros que la primera vez, que el primer intento, sin embargo tenía una ventaja: mi tío me había dado unas clases vitales y mi confianza, así como mis conocimientos, habían crecido. Eso era sencillo... Hasta que me dijo "estacioná ahí".
Nervioso, traté fácil tres veces, las tres erróneas. Y de vuelta el mismo argumento "hay que practicar, etc, ¿Podés el jueves?" "No, mandan el auto a arreglar" (Una vedad) "Bueno, vení mañana".
Y, sin gloria pero sí con pena, me retiré.
Después con mi tía, prima y mamá fuimos a Morón, a pasear, y ahí me enamoré del pad de dibujo (Que hoy poseo).


Capítulo VI: Miércoles

Casi por voluntad unánime de Villa Udaondo, mi tío me iba a acompañar a rendir el examen. Si hay gente que sabe muchísimo y merece ser Doctor en manejo (más que licenciado), ese es mi tío. Me llevó, no encontramos el lugar fácilmente, pero lo logramos. Tranquilos, entramos y preguntamos cómo hacer (Bah, preguntó), aunque ya sabía el procedimiento. Esta vez era diferente, no sé si porque mi mamá no estaba, no sé si porque era mi tercera vez, o porque sí, el ámbito del lugar era más ameno, más tranquilo, más buena onda inclusive. Fue el día que más seguro me sentí.
Como me había prometido, no me tomó el manejo, sino el estacionamiento (El cual no había practicado, porque mi tío dice que me pondría nervioso eso). Intento 1: fallido, para mi sorpresa no es el inspector quien me corrije ni quien me dice que está mal, sino que es mi tío que, de alguna manera implícita, había pasado a ser él quien me tomaba el examen.
Luego de 5 intentos mal y con un récord de 50% de éxito, y muchísimas indicaciones de mi Tío, ese examen-clase fue exitoso.
Feliz, me dirigí a esperar recibir el registro.

Era increíble, ya lo iba a tener. Ya era mío, ya es mío.
Sin embargo, la burocracia siempre aparece para decirte "No tan rápido"... Una (graciosa) señora me dijo "Así que es tu tercera vez... Decime por donde andás así no ando por ahí", con una risa que parecía carecer de falsedad (Pero estaba hecha por hectolitros de la misma) procedí a callarme y a buscar lo que me había encomendado: mi foto entre cientas.
No sé si era joda, pero mi tío encontró una que no se parecía a mí en lo más mínimo, le dije "no" y la dejó, y más adelante la mina esta hizo lo mismo... Vale aclarar que tenía el pelo largo ese simil (Como yo lo tenía en el momento de la foto)... Y la encontré.
Segundos más tarde, luego de ser plastificada, se encontraba en mis manos... Sí... Mi preciosa...



Y ahora, a practicar andando en calles.
No falta mucho para que esta arma de seducción y poder (O sea, yo) maneje un auto por las calles, yendo y viniendo (Cabe destacar que ya maneje Ituzaingó-Nuñez más de una vez).

=)

FiN
(POR AHORA...)