Capítulo 2: Braque
Era mi propio expediente. ¿Qué debía hacer?
¿Salir? Ya lo había probado varias veces. No podía ni por la ventana ni por la puerta y, por alguna razón no había nadie en el edificio… Mi teléfono no andaba, ni el de mi despacho ni mi celular. Estaba encerrado en esas cuatro paredes y en esas infinitas dudas.
Probé de las tres formas de pensamiento, la humana la común, y sólo pude llegar a la conclusión de que tenía miedo, así que procedí a pensar como detective… Leí el caso, más de una vez, y sólo pude llegar a una conclusión: tenía miedo. Por lo tanto tuve que recorrer al tercer pensamiento, pensar como policía. Le disparé a la puerta, a la ventana, a todo lo que podía, llegando a una conclusión: tenía miedo y menos pertenencias que antes.
Sólo podía seguir con la rutina, caminar de aquí hacia allá, ver mi auto, el bebedero, auto, bebedero, auto… Cansador, muy cansador.
Poco a poco, mi mente se iba saturando más… Así que procedí a darle un último vistazo al expediente, como quien busca muchas veces en un mismo lugar… Como era de esperarse mis esfuerzos fueron inútiles así que, con rabia, arrojé al puto pedazo de papel a la pared…
Seguí caminando, dando vueltas, pero no duraron mucho porque noté algo… Al dorso de una foto que estaba adjunta, se encontraban unas palabras… Decían “e-mail”.
¿Qué me indicaba la lógica? Lo obvio, debía prender mi computadora, la cual no me andaba desde hacía unos meses, porque se quemó no sé qué. Pantallita… Iniciando… Segundo que pasaba, segundo que apretaba más los dientes; una mezcla de cosas negativas como el miedo, la angustia y la desesperación me hacían poner peor, agravándose con el paso del tiempo. Para mi sorpresa, anduvo sin el más mínimo problema, aunque esto se vio opacado inmediatamente por un hecho totalmente aterrador… De fondo de pantalla podía ver una horrible imagen, era mi rostro, desfigurado, quemado, ensangrentado, digno de aparecer en una película de terror. Agradecí profundamente a Dios el haberme dado un estómago tan resistente, porque no sé cuántas personas hubiesen soportado esa imagen; procedí a abrir mi casilla de correo electrónico para encontrármela vacía, a excepción de un mail, el que tenía adjunto un video y escrito las palabras:
“Esto te va a ayudar para encontrar la salida.
Cordiales saludos, Sr. Braque “
No podía comprender quién era este tal Braque, ya que nunca había visto ni conocido a alguien con dicho nombre, aunque el asunto nominal quedaba de lado cuando pensaba en quién carajo era esta persona que me hablaba de salidas y me enviaba videos. Recordando esto último, abrí el archivo y lo que pude presenciar era aún más inquietante que lo mencionado anteriormente… Se me podía apreciar en la ventana, de espaldas a esta misma, con la cámara ubicada en lo que, según el ángulo, supuse era mi auto. Repentinamente, saltaba desde ese tercer piso y, siendo seguido en todo momento en la filmación, impactaba fuertemente contra la vereda, para después levantarme, como si nada, y dirigirme con prisa hacia donde me estaban grabando, sin embargo no lograba alcanzarlo porque el coche arrancaba y se alejaba, para concluir ahí la grabación. Mi mente estaba saturadísima, no comprendía cómo podía existir un video de tal calibre, tampoco le encontraba la lógica… Si no era real, ¿Quién sería capaz de contratar un doble, hacer que haga tal salto, tan sólo para mostrármelo?... Estaba perturbado por esa caída que vi, pero lo estaba muchísimo más por el jadeo constante que se repetía en la grabación, un jadeo de un ser que buscaba vivir en cada suspiro, en cada respiro, evitando la muerte siempre.
No me decidía, me encontraba paralizado por todo lo sucedido… ¿Debía quedarme o irme? ¿Sobreviviría a esa caída? No estaba seguro en lo más mínimo…